En el corazón del toledano barrio judío existen tres enclaves monumentales de singular importancia patrimonial: La Sinagoga de Samuel Leví, conocida como del Tránsito, la Casa-Museo de El Greco y la sede de la Real Fundación Toledo, ubicada en la que fuera residencia y taller del inmortal Victorio Macho, lugar de ensoñación e inspiración del artista, donde concibió y se halla su mejor obra escultórica.
Y, obviamente, no fue al azar como eligió este sitio. En la foto vemos el mirador sobre la conocida Roca Tarpeya, hermana de aquella otra que existe en Roma, pues la leyenda cuenta cómo, desde esta roca, en tiempos de dominación romana, arrojaban a los reos para darles muertes; muy en línea con los procedimientos de la época; también como hacían en la urbe capital del mundo de ese tiempo histórico.
Afortunadamente las cosas han cambiado, al menos en este sentido de extrema crueldad, y, recuperado el Museo, son ahora los turistas y viajeros quienes cierran en este enclave su deambular por las calles de Toledo, una vez visitada la iglesia de Santo Tomé, donde contemplar la más universal obra de El Greco, "El entierro del conde de Orgaz" y, evidentemente, su recién inaugurada Casa-Museo y la Sinagoga.
Pero la labor que la Real Fundación de Toledo lleva haciendo durante décadas, todavía, no ha sido suficientemente valorada, en favor de la divulgación, promoción, restauración y salvaguarda de la ciudad de las Tres Culturas. En este orden de cosas mañana día 18 de mayo, y como una actividad más, enmarcada en el "Día Internacional de los Museos", la Fundación nos invita a una jornada de puertas abiertas (de 10 a 19 horas), bajo el lema "Roca Tarpeya en la memoria", para contemplar sus ricos archivos documentales, así como la obra escultórica del artista que, de manera permanente, se puede contemplar en lo que, en sí, es el Museo Victorio Macho.
Igualmente en el conocido como Tallerón, inmensa nave donde trabajaba Macho los materiales, a golpe de martillo y cincel, se podrán contemplar los trabajos, dibujos y maquetas, elaborados por los alumnos de la Escuela de Arquitectura de Castilla-La Mancha, además de, como digo, recrearnos en el inconmensurable espacio que, en la actualidad, acoge infinidad de muestras y exposiciones, todas ellas de altísima calidad temática y de autores de reconocido prestigio. En este orden de cosas no puedo dejar de recordar cómo parte de la obra de El Greco permaneció en este sitio durante buena parte del tiempo que han durado las obras de rehabilitación de su Casa-Museo, iniciativa muy acertada, habida cuenta que permitió gozar de algunos de sus mejores cuadros sin que estos durmieran en los almacenes como, ocurre las más de las veces en que se abordan trabajos en los espacios museísticos.
Con aquella iniciativa la Real Fundación de Toledo volvió a demostrar reflejos y de qué manera se halla vigilante para que nuestro mejor patrimonio, en ningún momento, quede oculto y, mucho menos, privar a los entusiastas turistas, muchos de ellos llegados desde los confínes del mundo tan solo para contemplar la ciudad donde El Greco trabajó y realizó su mejor obra, de verse defraudados al no poder gozar sus ensoñados lienzos.
En definitiva os conmino a que os paséis por Roca Tarpeya, por la sede la Real Fundación de Toledo. Os aseguro que, si no conocéis el lugar, quedaréis prendados del mismo, no ya por su belleza intrínseca y las obras de Victorio Macho, sino por el paisaje que se ofrece y que no halla parangón: el río Tajo allá, en lo más hondo, serpenteando la grandiosa Peñascosa cervantina sobre la que se encumbra el Casco Histórico toledano con los cigarrales al fondo. Así no es de extrañar que los judíos sefardíes, ante esta contemplación, rollerón con total desconsuelo, pues este paisaje les sentimentalmente les transporta a su amada Jerusalén; sin duda, hoy como entonces, Toledo sigue siendo la Sión de occidente.
Si he logrado provocar tu curiosidad pincha en este enlace que te llevará a la Roca Tarpeya.
No hay comentarios:
Publicar un comentario